El buen dormir es importante para todos en general, pues durante estas horas nuestro organismo descansa y repone energía para enfrentar un nuevo día.
No dormir bien puede traer algunas dificultades para la salud, por ejemplo, puede afectar negativamente nuestra alimentación y hacernos subir de peso, tal como te contamos en nuestra nota Cómo dormir mal puede afectar la alimentación.
Pero no dormir lo suficiente específicamente en quienes están en la adolescencia, puede traerles un riesgo adicional en comparación al resto de las personas de otras edades: durante ese período de la vida, el cerebro aún está desarrollándose, y para que este proceso se consolide con éxito es esencial que el adolescente duerma bien.
Así lo explica Michael J. Breus, doctor en Psicología clínica, quien expresa en el portal especializado Psychology Today que mientras los adolescentes duermen, el cerebro se encarga de procesar los recuerdos a largo plazo y las emociones, y además se preocupa de limpiar los desechos que eventualmente podrían resultar perjudiciales para la actividad cerebral.
Esto quiere decir que si un adolescente no duerme lo suficiente, corre el riesgo de eventualmente sufrir algún grado de dificultades a la memoria, al aprendizaje, problemas de concentración, de comportamiento y/o hiperactividad, afirma la Asociación Americana de Psicología.
Otros problemas a los cuales ha sido vinculado el mal dormir en la adolescencia son dificultades para controlar emociones y mayor riesgo de depresión, añade la organización.
¿Cuántas horas debería dormir un adolescente?
El doctor Breus explica que un adolescente usualmente debería dormir entre 8 y 10 horas diarias, para evitar sufrir consecuencias a largo plazo.
El experto agrega que para algunos jóvenes puede ser difícil alcanzar esa cantidad de horas de sueño, debido a esa edad el cuerpo está biológicamente programado para quedarse despierto hasta más tarde en la noche.
En ese sentido, el consejo que entrega es tratar de irse a dormir y despertar a la misma hora todos los días, tanto durante jornadas escolares como los fines de semana, porque así el organismo se acostumbraría a descansar en ese horario específico.