Con la llegada del otoño, comienza a disminuir la luz solar y las temperaturas. Mientras más al sur del Ecuador uno se encuentra, más rápido sucede. Y con esos factores, también entra en juego una condición que puede afectar a algunas personas: el trastorno afectivo estacional.
También conocido como astemia otoñal, se caracteriza porque los pacientes sienten su ánimo decaer a medida que avanza el otoño y llega el invierno. Luego, desaparece en la primavera y verano, cuando regresa el buen tiempo, explica la enciclopedia médica MedlinePlus.
Asimismo, suele ocurrirle más a las mujeres, jóvenes y quienes viven lejos del Ecuador, y hay probabilidades de que le suceda en quienes tienen otra enfermedad psicológica, como depresión.
Sus principales síntomas son: tristeza, perspectiva sombría, sentimientos de desesperanza, pesimismo e irritación, pérdida de interés en actividades que antes solía disfrutar, poca energía, dificultad para dormir o dormir demasiado, deseos de comer carbohidratos y aumento de peso, y otros más graves en los casos severos.
¿Por qué sucede?
¿Y cuál es la razón científica que explica este trastorno? La verdad es que aún no se sabe. “Se desconocen las causas exactas del trastorno. Los investigadores han encontrado que quienes la sufren pueden tener un desequilibrio de serotonina, un químico del cerebro que afecta su estado de ánimo. Sus cuerpos también producen demasiada melatonina, una hormona que regula el sueño, y no suficiente vitamina D”, indica MedlinePlus.
No obstante, la clínica estadounidense Mayo sostiene que hay algunos factores que han sido vinculados a esta condición. Como ya señalamos, la caída en el nivel de la luz solar es uno de los motivos que desencadenan este trastorno, y la razón es que eso puede alterar el reloj interno del cuerpo (ritmo circadiano).
A su vez, exponerse menos a la luz solar puede provocar una caída de la serotonina, que es una sustancia química cerebral (neurotransmisor) que afecta el estado de ánimo, y de la melatonina, que regula los patrones de sueño y del estado de ánimo.
Además, quienes tengan familiares que lo sufran pueden tener mayor riesgo de desarrollarlo, algo que también ocurre con otras enfermedades psicológicas.
Si crees que puedes estar pasando por este trastorno, te recomendamos consultar a un psicólogo o psiquiatra para que te ayude a superarlo. Los tratamientos para lograrlo suelen ir desde cambios en el estilo de vida, hasta sesiones de conversación, medicamentos y terapia de luz (fototerapia, que reemplaza la luz solar artificialmente).