La salud mental de muchas personas se ha visto impactada por las dificultades y la incertidumbre provocadas por la pandemia, que ya se ha extendido por un año. La problemática incluye, por supuestos, a los adolescentes, cuyas vidas cambiaron drásticamente, al igual que las del resto de la gente.
Dicho fenómeno es preocupante porque la adolescencia en sí ya es un período en que puede presentarse una mayor estabilidad emocional.
Según explica la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adolescencia, comprendida entre los 10 y 19 años, “es un periodo crucial para el desarrollo y el mantenimiento de hábitos sociales y emocionales importantes para el bienestar mental” y que “también es importante contar con un entorno favorable en la familia, la escuela y la comunidad en general”.
Igualmente, “es una etapa única y formativa. Los múltiples cambios físicos, emocionales y sociales que se dan en este periodo, incluida la exposición a la pobreza, el abuso o la violencia, pueden hacer que los adolescentes sean vulnerables a problemas de salud mental”.
¿Cómo es la realidad de la salud mental en adolescentes actualmente? La OMS da algunas pistas.
Cifras preocupantes
La Organización Mundial de la Salud estima que entre el 10% y el 20% de los adolescentes experimentan trastornos mentales, pero estos no se diagnostican ni se tratan adecuadamente. Dicho número es considerable si tenemos en cuenta que una de cada seis personas en el planeta tiene entre 10 y 19 años de edad.
En total, el 16% de la carga mundial de enfermedades y lesiones en adolescentes corresponde a trastornos mentales, y la mitad de estas condiciones comienzan a los 14 años o antes.
Es más, “la depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad entre adolescentes a nivel mundial. El suicidio es la tercera causa de muerte para los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años”, detalla la entidad.
Trastornos psicológicos más frecuentes entre adolescentes
El servicio de Naciones Unidas recalca que el bienestar psicológico entre adolescentes es vital para que puedan tener una buena vida como adultos, pues las consecuencias de los trastornos mentales pueden perpetuarse por décadas.
Por lo tanto, es importante que los adultos que tienen contacto con los menores de edad estén atentos a los signos de una posible enfermedad.
“No abordar los trastornos mentales de los adolescentes tiene consecuencias que se extienden hasta la edad adulta, y que afectan tanto a la salud física como a la mental y limitan las oportunidades de llevar una vida adulta satisfactoria”, expresa.
De acuerdo a la OMS, los siguientes son las enfermedades de salud mental más comunes entre adolescentes, sobre los cuales los padres o tutores deberían investigar más en profundidad.
Trastornos emocionales
La depresión y la ansiedad con trastornos emocionales comunes en los adolescentes, y también pueden experimentar reacciones excesivas de irritabilidad, frustración o enojo, de acuerdo a la OMS.
Puede que se superpongan síntomas de más de un trastorno, provocando cambios rápidos en su estado de ánimo, y además es habitual que influyan en el rendimiento académica, así como exacerbar el retraimiento social.
“Los adolescentes más jóvenes también pueden desarrollar síntomas físicos relacionados con su situación emocional, como dolor de estómago, dolor de cabeza o náuseas”, señala.
Trastornos del comportamiento infantil
Entre ellos se encuentra el “trastorno por déficit de atención con hiperactividad (que se caracteriza por la dificultad para prestar atención, el exceso de actividad y el desprecio por las consecuencias de las propias acciones, en un grado no apropiado para la edad de la persona) y los trastornos de la conducta (que presentan síntomas como los comportamientos destructivos o desafiantes)”, describe.
Trastornos alimentarios
La Organización Mundial de la Salud explica que estos trastornos, entre los que se cuentan la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracones compulsivos, suelen aparecer en la adolescencia y al inicio de la edad adulta, y son más comunes en mujeres.