Es probable que en muchas oportunidades hayas escuchado sobre lo provechoso que es la fibra para nuestro organismo. ¿Pero alguna vez te has preguntado sobre cuáles son sus verdaderos beneficios?
La fibra no es un nutriente, por lo que el cuerpo no lo puede digerir. Esto hace que sea de gran ayuda para el tránsito intestinal, lo que la convierte en un gran aliado para combatir problemas de estreñimiento.
Por su parte, también ayuda a evitar las subidas bruscas de los niveles de azúcar en la sangre, por lo que incluirla en la dieta es una buena idea. Esto se debe a que la fibra soluble puede ralentizar la digestión y la absorción de hidratos de carbono y, por consiguiente, reducir la subida de la glucosa en la sangre que se produce después de comer (postpandrial) y la respuesta insulínica.
En tanto, una importante distinción en relación a la fibra, es la separación entre las que son insolubles (verduras y granos integrales) y las solubles (avena, la cebada, las nueces, las semillas, los frijoles, las lentejas y las arvejas, entre otros).
Las primeras son aquellas que actúan sobre el tránsito intestinal mientras que las propiedades de las segundas son más amplias: ayudan a equilibrar el nivel de colesterol, previenen el cáncer de colon, combaten las subidas de glucosa en sangre además de ayudar a regular el tránsito intestinal.
Como consejo final, los expertos recomiendan consumir entre 25 y 30 gramos de fibra diarios.