En la actualidad, la Navidad es una celebración en que, más allá del significado particular que le otorga cada religión, se busca compartir momentos de encuentro con la familia y disfrutar del cariño mutuo.
Sin embargo, es una realidad que no todos pueden pasar estas fechas junto a sus familias, o que a veces hay quienes no quieren estar con ellos por motivos personales.
Además, es importante considerar el factor económico, ya que la compra de regalos puede añadir una gran cuota de agobio a un cierre de año que suele ser estresante.
¿Cómo lidiar con estas situaciones que nos pueden incomodar en Navidad?
Carolina Pérez, psicóloga y consultora de la gerencia de Cuidado y Desarrollo de IST, el Instituto de Seguridad del Trabajo, sugiere no obligarse a cumplir con estas tradiciones navideñas si es que terminan convirtiéndose en una fuente de angustia para uno o para la familia completa.
“Como familia, conviene ir mirando, en perspectiva, qué es lo que tienen que hacer de aquí al cierre del año. Ir viendo cómo cumplir con lo que tienen que hacer para que eso no se convierta en un estrés mayor”, indica.
En el caso de los regalos, la especialista aconseja mantener las expectativas realistas en relación con el presupuesto familiar, en lugar de endeudarse para comprar muchos regalos para todos.
“Para Navidad, muchas veces empieza la vorágine por comprar regalos, ya que existe esa creencia de que hay que regalar. Entonces la recomendación es que, como familia, puedan mirarlo, conversarlo, y decidir hacer algo diferente este año”, asegura.
En ese sentido, acota que «se pueden ir buscando caminos alternativos. Por ejemplo, decidir regalarles solo a los niños, pensar en regalos que lleguen hasta cierto monto o jugar al amigo secreto. Porque el endeudamiento y las posibilidades económicas que tiene cada familia, considerando el costo de la vida, puede ser un factor importante en el nivel de estrés”.
Asimismo, Pérez invita a recordar que «estas fiestas, más que gastar y regalar, pueden ser una posibilidad de encuentro, de compartir, de conversar de cómo estamos.”
¿Qué ocurre si no quiero celebrar con mi familia?
Por otra parte, está la posibilidad de que muchas personas no se sientan cómodas compartiendo con algunos integrantes de su familia debido a conflictos personales. Si esa es tu situación, la psicóloga llama a no sentirse obligado a compartir con ellos. Si no, “más que un disfrute, puede terminar siendo una obligación.”
No obstante, destaca que este tipo de instancias personales requieren de un proceso, en que cada uno reflexione sobre sí mismo y sus relaciones con los demás.
“Para muchas personas, estas fiestas implican un mayor estrés y cansancio porque tienen conflictos familiares o dificultades para interactuar con ellos, y sienten una obligación de reunirse con la familia. Esto es un proceso, pero deberían sentirse en la libertad de que no necesariamente tienen que estar con quienes no quieren estar, sino que pueden celebrarlo a su manera”, expresa.
Además, acota que “generalmente, en nuestra cultura está muy inserta la obligación de que ‘hay que estar con la familia y tú tienes que llevarte bien con ellos porque son familia’. Y, a veces, con la familia no necesariamente tenemos buenos vínculos”.
Así, invita a “pensar y decir ‘¿sabes qué? este año, me gustaría celebrar con mis amigos o con gente con la que me siento más cómoda’. O incluso pensar en la posibilidad de celebrar conmigo misma o no celebrarlo.”
Si sientes que requieres de ayuda profesional para lidiar con este tipo de situaciones, no dudes en acudir a un psicólogo.