Los alimentos integrales son aquellos hechos con granos enteros o molidos, es decir, que no han sido refinados, un proceso en que se elimina su germen y salvado para prolongar su vida útil, explica la clínica estadounidense Mayo.
Cuando hablamos de granos integrales, nos referimos tanto a aquellos que son alimentos en sí, como el arroz integral y palomitas de maíz, y los que se usan como ingredientes de otros, tales como el trigo o la harina integral.
No es que no sea saludable consumir granos refinados. Estos son perfectamente seguros para agregar a nuestras comidas. El problema de ellos es que, al ser procesados, también se pierde una parte de sus componentes ventajosos para nuestra salud.
Algunas de las vitaminas y minerales que pierden, se les añaden artificialmente con posterioridad, lo cual se indica en el envase usando las palabras “enriquecido” o “refinado”.
Pero los integrales son naturalmente más nutritivos que cualquier otra opción. Al no ser procesados, ya contienen mayor cantidad de fibra, vitamina B, hierro, folato, selenio, potasio y magnesio.
La marca de alimentos Nestlé describe algunos de los componentes específicos que se pierden cuando se refinan los granos: “el salvado, la capa externa, rica en fibra, contiene proteína, vitamina B y antioxidantes; endospermo, la fécula en el interior incluye proteína y carbohidratos para la energía, así como vitamina B; y germen de trigo: repleto de nutrientes, la parte interna contiene vitamina B y vitamina E, así como minerales como el magnesio y ácidos grasos como el omega 6”.
Cuidado con la vitamina B
Como ya expresamos, preferir granos integrales puede ayudarte a consumir más nutrientes a diario, pero hay un dato que necesitas tomar en cuenta si los adoptas como una comida frecuente: muchos no han sido fortalecidos con ácido fólico, un tipo de vitamina B que necesitamos para mantenernos saludables.
Por el contrario, muchos productos hechos con granos refinados suelen ser “enriquecidos” con ácido fólico. Por lo tanto, es más común que sus consumidores ingieran más de éste.
En ese sentido, la clínica Mayo aconseja buscar granos integrales que hayan sido fortificados con ácido fólico, “como algunos cereales listos para comer. Come muchos otros alimentos ricos en folato, como frutas, verduras y legumbres”.