La pandemia ha dado un duro golpe a la salud mental en el mundo, y en Chile ya existía una preocupación en este aspecto desde antes de la crisis sanitaria, dado que en nuestro país no existe una costumbre o tradición de atenderse con regularidad con especialistas en el área, y muchas veces tampoco es fácil acceder a este tipo de terapias.
En el caso de los trabajadores, las cifras tampoco son positivas, indica el Instituto de Seguridad del Trabajo (IST), pues señala que en el ámbito laboral, aproximadamente el 60% de las licencias médicas del tipo profesional correspondían a problemáticas de salud mental previo a la pandemia, según cifras de la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso).
Así lo detalla Patricia Alarcón, gerenta de Desenvolvimiento Humano del IST, quien expresa a BioBioChile que estas cifras ya venían al alza, y el escenario se complejizó aún más con la incertidumbre que generó la pandemia y todos los cambios de rutina que ello implicó.
“Como IST, en el ámbito laboral, fuimos viendo que a nivel de las personas la incertidumbre apareció como emoción principal, que a veces se manifestaba en ansiedad, miedo, tristeza y una sensación de pérdida, de perder libertad, espacios y relaciones”, sostuvo.
En tanto, en el aspecto personal, esto provocó consecuencias en la calidad de vida, interrupción en las rutinas de sueño y de alimentación, y «se ha ido instalando un cierto agotamiento y cansancio porque, cuando estamos en espacios de mucho cambio, todo nuestro organismo y nuestra mente tiene que estar ocupando energía constante para estar alerta a esos cambios y adaptándose. Esa sobreactivación del sistema también gasta energía y agota”.
Regreso a las oficinas: la importancia de controlar las expectativas
Todo ello surgió durante 2020, mientras que este año lo principal ha sido el regreso paulatino a las oficinas y a la presencialidad, tras realizar un teletrabajo que no ocurrió en circunstancias normales y, por lo tanto, podría haber sido agotador, en especial para las mujeres que tienen tradicionalmente un rol de cuidadora además de sus obligaciones laborales.
Patricia Alarcón relata que el principal desafío del regreso al trabajo presencial es que no será igual a como era antes de la crisis sanitaria, por lo que tendremos que pasar por un nuevo proceso de adaptación.
“Cuando nos vamos de un lugar y volvemos, podemos tener la expectativa que vamos a volver a la misma realidad que dejamos. Aquí se da el primer ajuste con la realidad, porque los puestos de trabajo en muchos casos sí se han visto modificados; los espacios físicos pueden ser otros e incluso los equipos y las personas también otras. Así también, dadas las restricciones, las rutinas que teníamos como equipo, por ejemplo, conversar o tomarnos un café, se han convertido en distancia física y mascarilla. Hay una serie de cosas que cambiaron el espacio laboral”, narra.
Por lo mismo, la especialista recomienda controlar las expectativas respecto al trabajo presencial y entender, desde el principio, que no necesariamente será igual a como lo dejamos.
Asimismo, llama a aprovechar los aprendizajes que tuvimos durante el teletrabajo para esta nueva etapa, como pueden ser la necesidad de tomarse una pausa, de cuidarse más de sí mismo, o de estructurar mejor los tiempos; y a no restarle importancia a nuestra red de apoyo, es decir, las personas con que compartimos cotidianamente.
“Lo colaborativo, el que nos necesitamos unos a otros, es fundamental, y eso no se nos puede olvidar para este nuevo desafío, que es volver al trabajo presencial”.
Equipos de trabajo en pandemia: es clave escucharse el uno al otro
La gerenta de Desenvolvimiento Humano del IST, Patricia Alarcón, acota que la pandemia también impactó a los jefes y supervisores, porque sus equipos comenzaron a necesitar más acompañamiento emocional, y muchas veces los líderes de estos no tienen esas habilidades de contención.
Pocas veces la salud mental es tratada por las empresas, y ahora se vieron en la necesidad de incorporarlo en sus políticas y decisiones organizacionales.
En ese sentido, destaca que “nosotros estuvimos trabajando directamente con las jefaturas para poder otorgarles herramientas simples, pero que marcaran la diferencia con sus equipos. Por ejemplo, darse un momento para poder escuchar y compartir inquietudes”.
Una idea que aconseja es implementar periódicamente instancias de inicio y cierre de jornada, una práctica que a muchos les ha servido. Se trata de un espacio simplemente para escucharse y ofrecerse apoyo mutuo.
“Dar un espacio para escuchar no es igual a solucionarle la vida al otro. Yo puedo brindarle al otro un espacio de escucha atenta y cercana, y eso a mi equipo le puede servir, y no necesito necesariamente resolverle su situación. La otra persona tampoco necesariamente tiene la pretensión de que yo solucione sus problemas”, dice.
Para finalizar, agrega que “a los jefes y los líderes en general se les ha entrenado para gestionar y resolver problemas. Pero en el terreno del cuidado emocional, no funciona bajo la misma lógica; la clave es brindar un espacio de cuidado y escucha para que puedan compartir y expresar cómo se encuentran hoy, eso ya puede significar un alivio. Significa por ejemplo que mis compañeros sepan cómo estoy y, entonces, ese día, si alguien está un poquito mejor que yo, puede ser un apoyo para mí. Si yo estoy un poco mejor mañana, puedo ser un apoyo para el otro, lo que va fortaleciendo nuestra red de cuidado mutuo”, concluyó la profesional de IST.