Los accidentes cerebrovasculares (ACV), también conocidos como ataque o derrame cerebral, ocurren cuando no llega suficiente sangre al cerebro. Las células cerebrales no reciben los nutrientes u oxígeno necesarios y comienzan a morir rápidamente. Esta situación puede producir un daño grave que podría ser irreparable o acabar con la vida de una persona.
Una atención rápida a esta emergencia médica ayuda a los pacientes a conseguir un tratamiento que los asista para paliar ciertos efectos secundarios, como una discapacidad.
En el caso de un accidente cerebrovascular, es de vital importancia percibir los síntomas más evidentes.
Cuáles son los síntomas de un ataque cerebral
Video del Ministerio de Salud del Gobierno de Chile
Tipos más comunes de accidentes cerebrovasculares
Existen dos tipos de accidentes cerebrovasculares: los isquémicos y los hemorrágicos.
Los ACV isquémicos suceden cuando uno de los vasos que aportan sangre al cerebro se bloquea a causa de un coágulo sanguíneo. Esto puede ocurrir porque la arteria es muy estrecha (ACV trombólico) o el coágulo puede desprenderse de otra parte del cuerpo y llegar hasta el cerebro (embolia cerebral o accidente cerebrovascular embólico).
Este tipo de ACV igual puede ser causado por la “placa”, una sustancia pegajosa que obstruye las arterias del cuerpo.
Por otra parte, están los accidentes cerebrovasculares hemorrágicos, que se presentan cuando algún vaso sanguíneo del cuerpo se rompe y, como consecuencia, la sangre se dirige al cerebro.
Estos son más frecuentes en pacientes que presentan defectos en los vasos sanguíneos cerebrales, tales como un aneurisma, una malformación arteriovenosa o una angiopatía cerebral amiloide.
Asimismo, existen casos de estos ataques en personas que consumen anticoagulantes, ya que provocan que la presión arterial aumente y los vasos sanguíneos se pueden reventar.
La importancia de la prevención
Para la prevención de los ACV es recomendable consultar a un especialista de salud para realizar chequeos periódicos y, en caso de alertas, optar por un tratamiento.
Si bien la presión arterial alta es la principal señal de riesgo de los ACV, existen otros factores relevantes que aumentan la posibilidad de sufrir uno de estos ataques.
Entre ellos, una frecuencia cardíaca irregular, enfermedades crónicas como la diabetes, patologías cardiovasculares, antecedentes familiares de estos derrames, un elevado nivel de colesterol en la sangre, una avanzada edad -generalmente después de los 55 años-, obesidad y accidentes cerebrovasculares sufridos anteriormente.
Para no sufrir un ACV es vital tener un estilo de vida saludable, realizar actividad física, evitar los excesos de comida, controlar la presión arterial, reducir el consumo de bebidas alcohólicas y no fumar.
Fuentes: MedlinePlus, Clínica Mayo.