Los frutos secos son aquellos que en su composición contienen menos de un 50% de agua. Se les divide en dos grupos: los de cáscara dura (almendras, maní, nuez, castañas, piñones, pistachos, entre otros) y los deshidratados (ciruelas pasas, pasas de uva, entre otras)
Son uno de los productos preferidos por quienes acostumbran a realizar actividad física, ya que son una rica fuente de fibra, vitamina y energía, mientras que sus niveles de grasas saturadas son bajos.
Expertos recomiendan consumir entre 30 y 40 gramos de frutos secos al día, los que pueden ser incorporados tanto en las ensaladas como también en las sopas. Un aspecto interesante que poseen es que debido a que existen más de 20 tipos diferentes, no te aburrirás tan fácilmente.
De acuerdo a Joan Sabaté, catedrático de Nutrición de la escuela de salud pública de la Universidad de Loma Linda, en California, sostiene que una de las razones por las que no engordan -siempre y cuando se coman moderadamente- es debido a su composición rica en grasa y proteína, lo que lo convierte en un alimento saciante.
Si eres de los que generalmente practica algún deporte te recomendamos consumir frutos secos un par de horas antes de tu entrenamiento, ya que son ricos en calcio, potasio, hierro y zinc, además de ser una gran fuente de energía.
Debido a que nos ayudan a mantenernos activos, también sirven para trabajar o estudiar, por lo que tal como sucede con el ejercicio, es buena idea comerlos antes de realizar tus actividades.
Además ayudan a combatir el envejecimiento de las células, gracias a sus propiedades antioxidantes, lo que la convierte en un alimento sumamente recomendable para que lo puedas incorporar a tu dieta.