Respirar, acompañar y contener: cómo actuar si se presencia una crisis de pánico

Respirar, acompañar y contener: cómo actuar si se presencia una crisis de pánico

Hoy en día, la sociedad está inmersa en un mundo que no para, lo que genera un estado de alerta común. Sin embargo, hay ocasiones en las que, sin motivo directo aparente, a las personas les aparece un ataque repentino y abrumador de miedo y ansiedad que dura varios minutos. A este se le llama crisis de pánico y se trata de un episodio de ansiedad llevado a un nivel extremo, que provoca reacciones físicas, cuando no existe ningún peligro real.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 4% de la población mundial padece actualmente un trastorno de ansiedad y, aunque existen tratamientos altamente efectivos para esta, solo 1 de cada 4 personas recibe uno adecuado, lo que puede reducir las probabilidades de vivir una crisis de pánico.

La psicóloga y consultora de IST Mutualidad, Carolina Pérez Ríos, explicó que “es cuando el temor llega a un paroxismo, o sea, a lo más alto que se pueda sentir (…) quien lo vive siente muchas veces (físicamente) suele experimentar síntomas físicos intensos que pueden percibirse como una amenaza seria para su bienestar».

Aunque una crisis de pánico puede afectar a cualquiera, la especialista puntualizó que “aparece principalmente en quienes no tienen el tiempo para darse pausas durante el día o ir chequeando cómo están. Son personas que generalmente tienen una alta carga mental, por trabajo y la familia (…) y que eso implica esta emocionalidad de la angustia que se va acumulando y no saben cómo descomprimir esta carga”.

Cómo se vive una crisis de pánico

Tal como explica el prestigioso sitio de salud Clínica Mayo, las crisis de pánico aparecen generalmente de forma súbita, es decir, sin advertencia, en situaciones cotidianas. O sea, la sensación de miedo intenso se puede manifestar en, por ejemplo, una ida al cine, una caminata por la calle, reunión de negocios, manejando, en el centro comercial o incluso en la mitad de la noche mientras se duerme. 

Minutos luego de que comienza, esta se puede presentar a través de una sensación de peligro o fatalidad; miedo a perder el control o a la muerte; taquicardia o palpitaciones; sudor; temblores; falta de aliento presión en la garganta; escalofríos; sofocos; náuseas, calambres; dolor en el pecho o la cabeza; mareos o desmayos; entumecimiento; y desconexión con la realidad. Cuando termina, se puede sentir fatiga o cansancio.

Ahora, ¿cómo se puede identificar que alguien está viviendo una crisis de pánico? En palabras de la psicóloga, “puede ser una persona que salga arrancando; que sienta un miedo en su más alta intensidad; que grite; manifieste que le va a dar un ataque al corazón; o puede ser alguien que en una situación de urgencia o emergencia se quede totalmente paralizada”.

“Además, puede ser alguien que advierta que el corazón le late muy fuertemente; muchas veces se quedan sin habla. Hay ciertas funciones que siente la persona que no puede manifestar lo que le está pasando, como sudor, cambios en el color de la piel. A veces, se ponen pálidos, o su piel se enrojece, etcétera”, añadió”.

¿Qué se puede hacer al presenciar una?

Presenciar una crisis de pánico puede ser impactante, especialmente si no se sabe cómo actuar. La persona que la experimenta suele estar completamente sobrepasada por el miedo y síntomas físicos intensos. Sin embargo, una correcta gestión de la situación la puede ayudar a salir de ese estado. 

En ese momento, como recalcó la psicóloga, lo más importante es acompañar, es decir, estar junto a la persona en lo que está sintiendo con calma, contención y presencia, evitando juzgar o minimizar lo que le está ocurriendo. 

A modo de ejemplo, Pérez mencionó que “yo me pongo al lado de la persona y le digo ‘aquí estoy’ o ‘te estoy acompañando’ manteniendo una voz serena. Otra cosa que puede servir es decirle que se toque una mano o mire algún punto, porque eso hace que la persona ponga más atención del aquí y del ahora. Es un tipo de ejercicio de atención plena”.

Otra recomendación que entrega la experta es proponer “¿te parece si vamos respirando? haciendo ejercicios de respiración consciente, haciéndole observar cómo está la respiración, respirando juntos y que esta se vaya regulando. Porque en las crisis de pánico, un gatillador es la respiración alterada.

Cuando una persona tiene miedo, la respiración suele agitarse, activando así el sistema parasimpático, lo que acelera el corazón y genera los síntomas de la crisis de pánico. Por eso, una regulación del ritmo de inhalación y exhalación puede ser crucial para disminuir la ansiedad.

Si bien una crisis de pánico puede aparecer sin previo aviso, existen señales de alerta que muestran que se puede estar viviendo una situación de estrés, como irritabilidad, reacciones impulsivas o cambios bruscos de humor; sensación constante de estrés o sobrecarga mental; dificultad para concentrarse o tomar decisiones; aislamiento o evasión de ciertas situaciones sociales; problemas para dormir.

En esos casos, se recomienda buscar ayuda terapéutica y conversar con el entorno. Además, a modo de prevención, la especialista recomienda hacer unos minutos de ejercicios de respiración consciente diarios.

En ese sentido, concluyó que “la respiración consciente nos permite conectarnos cómo estamos, cómo nos sentimos para hacer lo que tenemos que hacer. Eso es importante, porque así el día a día no aparece como un continuo lleno de tareas y actividades donde no podemos ir chequeando nuestras emociones”.