Los desafíos de la convivencia de distintas generaciones en el trabajo: cómo puede aportar cada una

Baby Boomers, Generación X, Millennials y Centennials: todas estas generaciones se pueden encontrar en un lugar de trabajo y deben aprender a convivir en el día a día. Un experto de IST nos comenta lo importante que es entregar las herramientas para gestionar adecuadamente las emociones de trabajadores y trabajadoras, y que así todos puedan aportar desde su propia experiencia.

Lograr una convivencia armoniosa entre los trabajadores de distintas generaciones es a lo que apuntan las empresas en la actualidad, en un contexto marcado por las dispares experiencias que han vivido las personas de distintas edades con la tecnología y sus avances.

Las personas más jóvenes, los llamados nativos digitales, se insertan en el mundo laboral ya estando sintonizados con todas las herramientas tecnológicas; mientras que los migrantes digitales continúan en constante aprendizaje para mantenerse vigentes en ese aspecto.

Si bien no existe una clasificación estricta, usualmente se considera que la Generación Z o Centennials son los nacidos desde fines de la década del ‘90, mientras que la Generación Y o Millennials son quienes actualmente tienen entre 30 y 40 años.

Antes que ellos están la Generación X, que abarca a los nacidos entre 1965 y 1980, y los Baby Boomers, entre la Segunda Guerra Mundial y 1965.

Según indica Pablo González, psicólogo y gerente de Factores Psicosociales del Instituto de Seguridad del Trabajo (IST), «las diferencias o los factores que influyen (en la convivencia) tienen que ver con los contextos socio históricos y culturales, así como también con los desarrollos tecnológicos y económicos».

Qué privilegian las distintas generaciones al elegir un trabajo

Debido al contexto histórico en que crecieron los Baby Boomers, suelen dar más importancia a la estabilidad laboral por sobre otros factores, a la hora de elegir un trabajo: “Son una generación que podría quedarse una larga data en una organización, más allá de las circunstancias o de las posibilidades de mejoras salariales», explica Pablo González.

Añade que «son personas que se suman a las tareas y tienen un involucramiento por un deber ser/hacer socialmente inculcado: el trabajo es parte de lo que hay que hacer y, más allá de lo que sea, es preciso estar ejerciéndolo».

Por otra parte, las siguientes generaciones tienen en común que crecieron en un mundo donde la tecnología se desarrollaba con mucha más rapidez.

“La Generación X, si bien no es nativa digital, sí tiene ya una incorporación, un aprendizaje más propio respecto al uso de los dispositivos (…) Suelen pensar en cómo el trabajo tiene un impacto en la vida personal y las oportunidades que se les presentan individualmente. Reflexionan activamente sobre el trabajo y se adaptan a cambios de carácter tecnológicos«, sostiene el gerente de Factores Psicosociales.

En tanto, “los Millenials incorporan algo novedoso a la conversación, pues transitan a espacios de interés propio, donde el trabajo les dé sentido y propósito. Por lo tanto, cuestionan activamente las condiciones en el que el trabajo se da, rompiendo la dinámica de las generaciones previas que se acoplaban a lo que existía de forma previa. Son promotores del cambio.”

Los más jóvenes, los Centenialls, tienen muchas similitudes con los Millenials, pero el experto destaca “su compromiso con el entorno y la responsabilidad medioambiental. Ellos se criaron con el discurso del calentamiento global y sus efectos, por lo que es lógico considerar que su ojo está puesto en un lugar muy diferente al resto. Desde ahí buscan generarse experiencias significativas, y abrirse paso en un futuro incierto y en declive. Son el cable a tierra respecto al momento histórico en el que vivimos.”

Diferencias que enriquecen la experiencia laboral

Tener personas con diferentes edades en un solo equipo puede enriquecer tanto la convivencia como el desempeño de las tareas dentro de un lugar de trabajo. Uno de los fenómenos más llamativos en torno a este escenario es la variedad de perspectivas que entregan las distintas generaciones.

Dicha característica puede aumentar la creatividad dentro de los espacios de trabajo, pues al contar únicamente con equipos homogéneos en cuanto a la edad, se puede limitar la visión conjunta del equipo laboral.

“Los pros y contras dependerán de lo que cada grupo u organización haga con esta nueva realidad, que sin duda tiene un cambio marcado año a año; cuestión mediada por los avances tecnológicos en la comunicación. ¿En qué sentido podría ser un pro o un contra? Podría ser un contra si, en el discurso público, cada generación busca imponerse sobre otra, diciendo las razones o las características que la hacen mejores. Y aquí acabaremos por tensar y generar distancias entre grupos que resultan innecesarias”, apunta el psicólogo Pablo González.

“El pro sería entender algo también básico y natural: todos somos diferentes y en la diferencia está el gusto, la riqueza y la realidad misma. Pues lo que ocurre en el mundo no está mediado por una única mirada, sino por una integración de sensibilidades, diferencias, ritmos y tonos, que hacen que la experiencia del trabajo y de la vida se nutra desde la óptica del otro”, agrega.

De este modo, esta variedad generacional puede tener un efecto beneficioso en la productividad y el desempeño, ya que podría incrementar la innovación entre los trabajadores. También, la variedad de conocimientos y experiencias en un grupo con esta característica puede evitar caer en errores y crear soluciones novedosas a problemas complejos.

Cómo gestionar el ámbito emocional en los lugares de trabajo

Independiente de la generación a la que pertenezcan los trabajadores y las trabajadoras, algo importante es identificar, reconocer, validar y gestionar el ámbito emocional dentro de las organizaciones.

«Cuando hablamos de situaciones en el contexto del trabajo, hablamos de cómo nos relacionamos para coordinar acciones, cómo nos relacionamos para poder desarrollar tareas o cumplir metas. Y, desde ahí, lo que uno debiese esperar es que cada uno de nosotros pudiese autorregular adecuada y saludablemente el conjunto de emociones que van a emerger de forma natural», sostiene el psicólogo.

En el caso de las empresas y organizaciones en general, el experto considera necesario que se den los espacios y las herramientas para gestionar adecuadamente las emociones, potenciando una convivencia óptima.

«Es importante hacer consciente que esa dimensión de la vida tiene una incidencia directa en cómo vivimos el día a día y cómo nos relacionamos con las personas. Entonces, los desafíos de la organización pasan precisamente por generar competencias de regulación emocional, que permitan que las personas logren tener esas distinciones», asegura Pablo González.

IST entrega apoyo en salud mental a las organizaciones

El psicólogo Pablo González, también recuerda a las organizaciones afiliadas a IST que la mutualidad entrega apoyo en salud mental cuando se requiere.

«Toda organización hoy día tiene un experto en prevención, el cual le acompaña en todo su proceso preventivo, y desde ahí pueden hacer la solicitud de asesoría en salud mental en el trabajo», informa.

«Nosotros tomamos contacto con la empresa, coordinamos una reunión y vemos, en primer lugar, que tenga la normativa del Protocolo Psicosocial al día. Es una normativa obligatoria que resguarda la salud mental de las personas en los lugares de trabajo y es nuestra obligación colaborar con las organizaciones para que puedan tener esa norma al día», acota.

Para conocer más sobre el trabajo del IST y sus organizaciones en cuanto a salud mental, puedes ingresar aquí.


Publicado

en

por