Es probable que en algunas ocasiones, los padres noten ciertos bultos en algunas regiones del cuerpo de sus hijos.
Nos referimos a los ganglios, los cuales forman parte de nuestro sistema inmunológico, protegiéndonos de infecciones.
Según indica el sitio especializado Bebés y Más, en nuestro cuerpo hay alrededor de 600 ganglios, los cuales concentran una gran cantidad de células de defensa, como linfocitos, macrófagos y células dendríticas.
Una de sus principales funciones es la de filtrar la linfa, líquido compuesto por glóbulos blancos, proteínas y grasas, entre otras sustancias, la cual se transporta desde los tejidos hasta la sangre a través de los vasos linfáticos. De esta manera, elimina sustancias extrañas como bacterias.
El medio añade que es normal que en los primeros años de vida aparezcan ganglios palpables. De hecho, pueden estar presentes en más del 30% de los recién nacidos y en más del 50% de los lactantes.
En niños sanos, lo habitual es que aparezcan en el cuello e ingles, mientras que en los lactantes es posible palpar ganglios occipitales y retroauriculares (detrás de las orejas), aunque estos son menos frecuentes en niños mayores.
Desde Healthy Children indican que al observar detenidamente un ganglio, podrías notar la afección o herida que provocó su hinchazón. Esto explica por qué, cuando se siente dolor de garganta, puedes notar que los ganglios del cuello están hinchados.
En aquellos casos en que la enfermedad es generalizada, como las provocadas por un virus, varios ganglios podrían inflamarse.
Eso sí, los expertos mencionan que en los niños, los ganglios supraclaviculares (encima de la clavícula), o aquellos ubicados en el hueco poplíteo (detrás de la rodilla) pueden ser una señal de alarma.
También aconsejan prestar especial atención a aquellos que son muy duros o que aumentan rápidamente de tamaño. Si vemos un ganglio en un lado del cuello, uno que sea de gran tamaño o si aparece después de la picadura de un mosquito, también es aconsejable visitar a un pediatra.